Carta de una Paciente

Los milagros existen y la vida misma es un milagro.
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María José Reyes Gómez de la Torre

Paciente con Cáncer de mama en recuperación


Quiero empezar esta carta haciendo una confesión desde el fondo de mi corazón. “El que te informen que tienes CANCER no es una noticia fácil de digerir”, el camino empieza cuando te dicen que debes hacerte una biopsia, en ese momento la sensación es de miedo absoluto al futuro, a la respuesta, a la muerte sin elección.

En lo personal tal vez por mi forma de ser (tan diferente o tan igual al mundo) la incertidumbre me parece el periodo más doloroso de todo el proceso. En estos momentos, la presencia del médico es fundamental, la empatía con la que te traten, el respeto a tus tiempos, a tus sentimientos, marca definitivamente el futuro de tu recuperación. En lo personal puedo dar gracias a Dios y a la vida por haber puesto en mi destino tantos ángeles en esta ruta tan desconocida y espinosa (por las inyecciones jajaja).

Primero en este caso y solo en este, mis Médicos son los primeros a los que debo dar gracias porque ellos han sido ángeles desconocidos que “se han ocupado de mí”. No figurativamente, sino más bien siendo una realidad evidente.

Se han ocupado absolutamente de todo, desde el mejor método de diagnóstico, de búsqueda de la mejor opción en el tratamiento, de acuerdo al tiempo y las posibilidades, hasta de las responsabilidades que no son de ellos como médicos como buscar los precios más convenientes en el tratamiento, la justicia en el trato, y sobre todo el ser ese apoyo moral, espiritual, de amor, acompañada de una compasión infinita. Ellos han invertido toda su sabiduría, energía y conocimiento, sin el menor grado de egoísmo y menos celo profesional. Esto los ha convertido en mi milagro de vida, debemos aclarar que cualquier persona enferma necesita esto pero que muy pocos lo tenemos.

Se preguntarán porque no pongo en primer lugar a mi familia y yo quiero definitivamente contestar que tengo una razón muy importante… “Mis médicos no me conocían”, la primera vez que me vieron fue el día del diagnóstico. Ellos no sabían quién era yo y ellos no tenían ninguna obligación, ni moral, ni personal y menos aún una responsabilidad para conmigo aparte de hacer su trabajo que es diagnosticar, seleccionar, recetar el mejor tratamiento para su paciente y tratar con respeto. Sin embargo la relación no fue así, fue el de un familiar, el de un gran amigo, de un padre y eso Señores…¨no tiene precio¨.

Yo fui tratada con compasión, no como un número. Nunca me sentí como un cliente, me sentí un paciente que sin lugar a duda es distinto, “cuando eres cliente prima el dinero, la utilidad y el sueldo”, cuando eres un paciente prima tu bienestar (ojo considero correcto y necesario que cada profesional cobre el valor justo por su trabajo), solo que cuando hacen su trabajo con amor, el beneficio que tienen sus pacientes es tan grande, tan grande, pero tan grande que solo Dios lo puede pagar. Por eso quiero decirles humildemente un “Dios les pague” a cada uno de ustedes el Equipo del Centro del Cáncer de la NOVACLINICA (Dr. Maximiliano Ontaneda mejor conocido en el mundo de la salud como ¨mi Doc Favorito en la vida por Tutatis¨, mi Dra. Zambrano, mi Dra. Pérez, mi Dr. Bucheli, mi Dra. Capelo, mi Dra. Yánez, cada uno de sus auxiliares y enfermeras, el personal administrativo, todos en realidad). Es increíble cómo se acoplaron para hacer lo mejor para mí, cada persona desde su área, con ligereza y profesionalismo, con la mejor información y dedicación.

Bueno creo que la gratitud es la memoria del alma, así que me desvié un poco de lo que me compete en esta carta, que es contarles la travesía por mi escuela de vida ¨EL CANCER¨ para rendir homenaje al buen trabajo, a la honradez y esfuerzo de los médicos, pero de estos médicos que hacen honor al compromiso con su Juramento Hipocrático, de dar calidad de vida y ayuda a todos los que llegan a ellos.

Como les comentaba, una vez que te dan la noticia de que tienes cáncer te entregan la obligación de cambiar el miedo por gratitud, esperanza por acción y definitivamente por conocimiento. En lo personal mis médicos fueron los portadores de este conocimiento, fueron claros, concisos, didácticos para comentarme mis opciones, mis obligaciones, responsabilidades y las consecuencias de cada una de ellas y supremamente respetuosos al dejarme decidir con conciencia de lo que significa el vivir con esta enfermedad. Para ser honesta hasta que no lo vives, lo que piensas o te dicen no existe, es ajeno, lejano y borroso además que también cambia la percepción desde el lugar en que estés, ya sea como paciente, como familiar, como amigo, como pareja o conocido.

Una vez bien informada, con las ideas claras, pero sin haber vivido nada parecido antes, te enfrentas a tu mortalidad, una visión confusa, triste, nostálgica, brumosa, irreal, nadie quiere hablar de la probabilidad que existe de morir y al menos yo como paciente necesitaba que “todos” mi familia, amigos, colaboradores, clientes sepan que es una posibilidad. No para que me compadezcan, sufran o sientan lástima, sino para que vayan arreglando de una manera organizada y razonable sus asuntos pendientes conmigo, para que todo sea lo menos traumático posible.

Yo empecé… solo por empezar con algo, definiendo la parte económica, deudas, recursos, herencia, estabilidad para mis hijos, y luego siguió la parte de educación, responsabilidades personales, héroes de apoyo para mis hijos etc. Así este proceso solo tendría el dolor, incomodidad y caos absolutamente necesario en caso de ser real mi muerte.

Lo tercero que hice fue en mi trabajo coordinar que nada dependa de mí totalmente, soltar el control (es lo que más duro me dio, siendo sincera) para que en el peor de los casos, mi sueño sobreviva y siga alimentando a las familias de mi gente que hasta ese momento yo sentía como mi responsabilidad absoluta.

La parte personal, bueno seré sincera fue lo más confuso… tenia preguntas como: ¿Me voy a morir?, ¿Qué debe sentir una persona que se va a morir?, ¿Dolerá la muerte?, ¿Qué es lo que no he hecho todavía?, ¿Qué he aprendido en este mundo? ¿Cuál será mi legado? ¿Por qué no tengo miedo y me suena tan natural morir?, ¿Estoy en un proceso de negación? ¿Hay vida después de morir?... para esto había pasado ya mi primera quimioterapia y para decir la verdad, no fue tan malo como yo pensaba, gracias a la bendición de Dios, el conocimiento y trabajo de mis médicos. Veía una luz al final del túnel (no de ese túnel al que uno no debe acercarse mientras tiene hijos pequeños) si no, la luz de la esperanza.

En ese momento decidí darme razones como: ¨cuando me cure voy a.… conocer las Islas Griegas, graduarme de la Maestría, quiero asesorar empresas nuevamente, me comeré todo el chocolate del mundo, haré ejercicio, pasaré más con mis hijos, volveré a viajar, etc.

Claro con la esperanza y la vida, empiezas nuevamente a enfrentar la realidad del día a día…que el colegio de los guaguas, que las deudas, el trabajo, la casa, los costos de la enfermedad, los impuestos y todos los planes suspendidos anteriormente, pero con reducción del tiempo, con la dificultad de comer sano, las limitaciones de un cuerpo enfermo.

Para este momento lo más difícil de todo era asimilar mi ego lastimado, porque no me había dado cuenta antes de un paquete de defectos maquillados, mi superficialidad, mi vanidad, mi apego, en pocas palabras mi carácter, mi humanidad y mi esclavitud en esta ruleta imparable que es la vida misma. El mundo había cambiado y mi visión de él también, no había retorno.

No tienen idea de lo que ha sido el descubrirme cada día calva y superficial tal cual soy, sin pestañas, gorda, dependiente, vulnerable, necesitada. “Dios que buen maestro eres…” he pensado en tantas personas, en tantos momentos y en tantos significados para cada uno de estos, que finalmente, mi muerte empezó a carecer de importancia, que mi enfermedad pasó de ser lo más importante, a ser un instrumento de aprendizaje de las verdaderas cosas que importan, esas pequeñas que no vemos, que despreciamos o postergamos, el saludo, el agua caliente, la responsabilidad, el trabajo, la sonrisa, la amistad incondicional, el amor, la comida, la entrega, el olor, las batallas, la belleza y hasta la paz, tan desvalorada en estos tiempos, la ternura, la verdad, el aprendizaje desde el dolor, la falta de chocolate en mi torrente sanguíneo me está afectando un poco.

Pero bueno, ya había pasado el infalible tiempo y estaba en mi cuarta quimio y ya no era tan fácil soportar los estragos, por más que sabía que es por mi bien y por el de mis hijos las dos más grandes razones en mi vida.

Debo confesar que Dios en su infinita misericordia, ya me había mostrado mi personal de apoyo, esos seres incondicionales que ayudan a querer quedarme en este planeta (mi familia, mis hijos, mis médicos, enfermeras, cada uno de mis amigos… también desconocidos amables, mis gatos, mis perros, etc.). Pero en esos días nada valía por ese sufrimiento… Mi dolor se volvía a fusionar con mi ego y en lo único que pensaba era en no sufrir más y que Dios quitara de mi ese calvario, de las náuseas, el malestar, el cansancio, la calva, la fealdad, la gordura.

Y así pase 8 días de posterior a mi cuarta quimio y enseguida contradictoriamente me dirigía a la quinta donde gracias a todo lo mencionado antes volví a la cordura de querer curarme y de pagar el precio de vivir.

Bueno les comento este ha sido el resumen de mis vivencias hasta hoy, que es el día primero de post quinta quimio.

Como pueden leer este camino no es fácil, es un camino de descubrimiento, de aprendizaje, de ruptura del ego, de regocijo, de solidaridad, de amor, de esperanza, de dolor, de sufrimiento pero sobre todo de paciencia y constancia. Pero este camino lo único que no es y no debe ser, un camino de soledad y eso lo aprendí de mi personal médico, y de mis amigas guerreras que ya pasaron por esto y estuvieron para mí en los momentos más precisos.

Ahora sí, justo antes de terminar debo hacer honor a mi familia, mi pareja, esos compañeros del día a día y los que se han llevado lo peor de mí, de mi dolor y frustración, para decirles la verdad ¨los amo con mi alma¨, les debo definitivamente mi vida y gracias por esto y por todo.

Debo aclarar un detalle más, esta carta solo es, un deseo, un pequeño empeño de que conozcan más de la cara del cáncer y de mis vivencias junto a él.

Y por último antes de aburrirles más, les diré algo indispensable ¨LOS MILAGROS EXISTEN Y QUE LA VIDA MISMA ES UN MILAGRO¨.

Atentamente,

María José Reyes Gómez de la Torre

Paciente de Cáncer de mama Her2 Positivo ductal infiltrante estadio 2 en recuperación.